En octubre los campos de México se llenan: de nubes anaranjadas, de perfume que llena de olor la ausencia, del color de las llamas que hacen arder nuestro corazón al pensar que transcurrió un año más sin abrazar a aquella persona que amamos y ahora está en el cielo.
En octubre, los campos de México se llenan de Cempasúchil.
Las rosas del Mictlán, son acompañadas en su llegada por el tradicional moco de pavo, esa flor aterciopelada de colores púrpuras y magentas, las cuales, por su suave textura se cree que traen confort a quienes perdieron a un ser querido.
Y mientras en los campos florece el cempasuchil y el moco de pavo, en los corazones de los mexicanos florecen los abrazos, besos y las platicas que tuvieron con aquellos que ya no están.
Por eso con fé acuden a los mercados para comprar estas flores, para que sus muertos encuentren el camino a casa.
Otros más, colocan los colore naranjas y morados para honrar la memoria de familiares y amigos, pero no esperan una llegada, saben que ellos siempre están acompañándolos.